
El rover Perseverance de la NASA ha llegado a una zona llamada Krokodillen, ubicada en la ladera inferior del cráter Jezero en Marte. Este terreno rocoso podría contener algunas de las rocas más antiguas del planeta rojo, lo que ofrece una oportunidad única para reconstruir los primeros ambientes de Marte y buscar indicios de vida primitiva. La exploración de esta zona es crucial para entender la historia geológica de Marte y su potencial para albergar vida.
Krokodillen, cuyo nombre se traduce como «el cocodrilo», se extiende a lo largo de 30 hectáreas y marca un punto clave entre las formaciones rocosas del borde del cráter Jezero y las planicies exteriores. Su valor científico radica en la posibilidad de hallar vestigios del período Noéico, la era más antigua conocida en la historia marciana, cuando el planeta todavía tenía agua líquida en la superficie.
Los primeros indicios recogidos por el equipo de la NASA son alentadores. El lecho rocoso contiene minerales arcillosos, cuya formación requiere agua, lo que sugiere que la región estuvo expuesta a condiciones húmedas en el pasado. Esta característica es central, ya que las arcillas en la Tierra también actúan como preservantes de compuestos orgánicos, moléculas clave para la vida.
Además, el equipo identificó señales de carbonatos y olivino. El primero, vinculado a procesos acuosos con dióxido de carbono disuelto, funciona como excelente conservante de microfósiles. El segundo, más común en rocas ígneas, indica procesos volcánicos antiguos que también forman parte del rompecabezas ambiental. Ken Farley, científico adjunto del proyecto Perseverance en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), explicó que esta exploración puede ser decisiva para ampliar la comprensión sobre las condiciones que reinaron en los orígenes del planeta rojo.
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